“Prohibido pasar. Peligro de derrumbe”, reza el cartel.

Detrás: el mítico Palacio Piria, un caserón de 1500 metros cubiertos en Punta Lara que resiste como puede cincuenta años de abandono.

Construido por el catalán Luis Castells y Sivilia.

Su idea era contar con una mansión a la que invitar invitar a sus amistades de la alta sociedad en los descansos de verano. 

Pero la crisis de 1890 coartó sus planes

Con su muerte, fue el hijo mayor de Castells quién pudo concretar el ambiciosos proyecto: construir un Palacio a la vera del Río de La Plata

Fue inaugurado para las celebraciones del centenario de la Revolución de Mayo

En el año 1990

De la fiesta a la crisis

Castells hijo desplegó en su mansión ribereña una intensa movida social, con ostentosas fiestas. Sin embargo, también tuvo problemas económicos y el palacio terminó hipotecado.

En 1925 la suerte del palacio volvió a cambiar

Lo compró el emprendedor inmobiliario uruguayo Francisco Piria para convertirlo en hotel y casino en el apogeo del balneario

El plan quedó en la nada una vez más

Piria no encontró eco en los funcionarios bonaerenses, y la contaminación hizo decaer la asistencia de bañistas a Punta Lara

Con el tiempo quedó en manos del Estado

Fue sede del Servicio Penitenciario Bonaerense, centro de la tercera edad, y hasta colonia de vacaciones para los más chicos

Un palacio en ruinas

Se hicieron estudios técnicos para recuperarlo en 1989 y se lo declaró Monumento Histórico en 2002. Nada de esto mejoró su situación. Un informe del 2020 lo califica como “ruina”.